El tema de la humildad es de suma importancia cuando hablamos de adoración a Dios. Antes de entrar en detalles acerca de la humildad en la adoración, es importante conocer a quien adoramos.
El primer paso para adorar a Dios es conocerle en intimidad. En Juan 4:22 leemos: “Vosotros adorais lo que no sabeis, nosotros adoramos los que sabemos”
No podemos adorar a Dios si no le conocemos en intimidad. Podemos actuar que estamos adorando junto a los demas, pero si no conocemos a quien adoramos, eso no es adoracion.
Cuál fue el proposito de Dios al crearnos?
El proposito de Dios al crearnos fue para que le adoráramos. En Isaías 43:21 encontramos este pasaje precioso: “Este pueblo he creado para mi, mis alabanzas publicara.”
Uno de los propositos de nuestra vida es alabarle y anunciar todo lo bueno que es el. Pero para anunciar sus bondades tenemos que conocerle. Por medio de su palabra y de la oracion podemos conocer el Corazon de Dios y podemos ver su gran amor para con nosotros.
Adorando en Humildad
Cuando llegamos a tener una relacion intima con el atraves de la biblia y la oracion, aprendemos de su amor hacia nosotros. Dios envio a su hijo unijenito para morir por nosotros y para que tuvieramos vida. Cuando nosotros reconocemos de que el es nuestro Salvador, nuestro protector, nuestro sanador y nuestro amigo fiel podremos adorarle como el se lo merece. Podemos humillarnos ante el simplemente porque estamos agradecidos con el.
Que significa humildad?
La humildad es lo opuesto al orgullo. La biblia dice: “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (Lucas 14.11). Debemos ser humildes y reconocer que todo se lo debemos a EL. En el Salmo 115:1 leemos: “no a nosotros, oh Jehovah, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria.”
Porque es importante ser humildes en nuestra adoracion a Dios?
Dios así lo ordena en su palabra. Cuando no somos humildes Dios nos mira de lejos – “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos.” Salmos 138:6
Evidencias de la humildad
En Mateo 18.1, los discípulos querían saber quién era el mayor en el reino de los cielos. Jesús puso a un niño en medio de ellos, diciendo: “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18.4). La sencillez semejante a la de un niño, la inocencia y el hecho de que no guardan rencor son son evidencias de la verdadera humildad.
Jesús es nuestro ejemplo perfecto de uno que siempre andaba con el espíritu de humildad.
En Filipenses 2.5–8 se dice esto acerca de Jesús: “5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
La mansedumbre
Efesios 4.2 dice que “con toda humildad y mansedumbre” debemos soportarnos con paciencia los unos a los otros en amor. Los humildes nunca caen desde muy alto porque no se exaltan a sí mismos. Pero los que se exaltan a sí mismos caen y sufren.
Los mansos no se ofenden fácilmente. “Ciertamente la soberbia concebirá contienda” (Proverbios 13.10). Cuando se hiere el orgullo del hombre, él muy pronto lo siente y el resultado es contención. Pero con los mansos es diferente. Como su Salvador, cuando los maldicen, ellos no responden con maldición. Cuando son perseguidos, lo sufren todo con mansedumbre; cuando los injurian, lo soportan todo sin responder. Los mansos oran por sus enemigos.
Eso sí es humildad.